A las tantas me declaro.

A las tantas me declaro

Porque a estas horas no me permiten correr por el único espacio que me puede pertenecer en esta vida, me dedico a mirar de lado a lado. Ya no se me ocurre qué hacer, gritar no está escuchado ni desde las plateas más acústicas. Ya solo me queda intentar ordenar lo poco que me queda. Como siempre, nunca se espera que diga las cosas claras, será porque soy un misterio o porque nunca he sido abierto ni siquiera en el campo. Las pocas veces que lo han vivido pocas personas ha sido para ellos un sueño y para mi un desperdicio a fondo descubierto.

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Intercambio de visiones.

Estoy harto de esta vida de falsas esperanzas. ¿Crees que conseguirás algo? ¿Crees que fallarás lo que te propones? Todo falso. Ya está decidido. A mí no me engañarán más. Estoy harto que digan que si lucho, conseguiré algo que ya está escrito. Que no porque luche más o porque quiera menos, pasará la parte más positiva o la más negativa, está todo omitido.

Tus acciones no son voluntarias, son indirectas que le das a la historia para que creas que tú controlas todo. Aquí no hay ni camello, ni león ni niño. El libro te ha atrapado y no podrás tener más imaginación que la de debajo del agua de la ducha. Esto es el fin. Es como un negocio ya vendido, en el que no puedes decidir normas ni derechos. Las fantasías seguirán siendo fantasías y la vida seguirá siendo un juego. Un juego que juega con nosotros cada día, a cada instante.

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Canciones [7 de 7]: Círculo completo.

Ya está. No queda nada… No queda absolutamente nada dentro de mi. Me queman las yemas de los dedos, no me da para escribir durante mucho más tiempo. La vista empieza a fallarme por A, por B o por C. Tantas horas aquí han sido mortales más que sanadoras. Ha llegado la hora de decir ‘se acabó’. Creo que he llegado a fustigarme todo lo posible, todo lo necesario para que ahora continúe y vuelva al hogar. Descansar y mañana será otro día. Pero sé que esto volverá a ocurrir. Mañana volverá a ser lunes y comenzará de nuevo este círculo vicioso. Este círculo del que no salgo, cual caballo cegado y atado a ese poste que sólo me permite girar y girar. El reloj siempre vuelve al mismo sitio al final del día. Los motores vuelven a apagarse. Los escenarios se desmontan. El mentiroso deja de mentir. El guardabosques vuelve a casa ya que no hay alto riesgo de incendio. Las farolas del pueblo vuelven a desconectar para recargar energía gracias a sus paneles solares. Y uno vuelve a despertarse con la alarma del día con las fuerzas recuperadas de un ligero descanso entre sábanas. Comienza otra vez el círculo. Porque no hay día que no escuche el verbo ‘volver’, ‘reintentar’ o ‘seguir’. No me molestan, los agradezco. Pero ¿por qué por donde quiere el mundo? ¿Por qué obligáis a las almas libres a que sigan entre formas redondas a andar sin sentido? ¿Por qué queréis que sigamos pastando en un camino ya desgastado por nuestro paso donde no hay nada del que alimentarse? ¿Por qué hago estas preguntas que no obtendrán respuesta? Porque sé que no volverán a ser las mismas una vez leídas de nuevo. Otro sentido acabará teniendo. Otro nuevo camino ha sido elegido. Y otro nuevo momento será vivido. Ya no hay vuelta atrás. Todo ha llegado a su fin. Porque el futuro es ahora y ahora es presente. Ya no hay separación de tiempos. Ahora todo se ha unificado para ser una línea continua infinita. Ahora eres parte del círculo completo. No hay escapatoria. No hay salida. No hay ‘hacerse el muerto’ para ‘escapar del oso’.

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Estoy cansado.

Es fácil decir estas palabras pero lo que cuesta es ponerles un nombre, un objetivo en el que dirigirlas. Todo el mundo puede estarlo, es normal. Pero cuando es asignada a una persona, puede que sea una situación un tanto puntiaguda. Lo bonito de este texto es que ya alguien puede sentirse identificado. O ha querido incluir su nombre en la lista de espera. No estoy culpando a nadie, tampoco he dicho de que es hora de descansar. Sólo he puedo una idea en el aire.

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La respuesta que nunca sabrás.

Puedes preguntar todas las veces que quieras, puede intentar razonar el por qué de las cosas pero nunca sabrás cuál debió de ser el motivo de verdad, la razón que pasaba por mi cabeza. El por qué de no salir de allí y quedarme. De mirar atrás un segundo, comprender y darme cuenta de que tuve razón. Y feliz mirando adelante, mientras el grupo tocaba su última canción. Ya sabía que todo era con pies de cemento, ya sabía que no quería más. Era el momento de partir. No fue una confesión aquello, fue el epílogo de mi discurso. Fueron las últimas palabras para cerrar el libro definitivamente.

¿Qué pasó para que decidiera cerrar el libro? Que sabía que seguía vivo, que había libros en mi estantería, que podía escribir nuevos libros, que mi tinta no se había secado y mi papel tenía sed. ¿Por qué hice aquello? Porque lo sentía de verdad, porque las emociones que me influyeron eran verdaderas. Porque entendían lo que me cantaban. Porque sabía que el final era búsqueda y destrucción. Porque era sólo una novela de tiempos de guerra, todo era disparos, cañones y gritos de auxilio.

Lo más razonable, lo más sincero de mi salió allí  y murió allí, en ese campo de batalla. Fue cuando decidí tirarme al suelo y dejar que mi alma dejara su parte terrenal, mi cuerpo casi mutilado y volar a otra historia. Y lo hice. Y allí mismo lo supe. Y tú ni siquiera te diste cuenta… a pesar de que ya te habías especializado en ello, que lo sabías todo, que sabías leer el libro, que sabías todos los textos de memoria. Puede que te fallara. Que no supieras leer este idioma. Puede que yo fuera el responsable pero tú fuiste el cómplice. Y no hay piedad para el cómplice tampoco.

Memento mori.

Y eso hace al más triste ser saber que no puede quedarse quieto, que no debe de plantarse y dejar que el exterior le ayude a crecer. Debe de andar, caerse y levantarse. Aprender de ver el sol más blanco y a la luna más ocre. De perderse entre estrellas y estrellados. De buscar los pájaros buscando rumbos distintos. De tener menos miedo y más valentía. De tener corazón y no de confeccionarlo. De mirar arriba y no cavar hacia abajo. De escalar montañas y no tirarse por laderas. De algo bueno y no de algo malo. Posesiones. De, de, de, de. Y aunque las palabras sean esperanzadoras, siguen teniendo la propiedad de los destructores. No lloréis, respirad. Si hoy no se puede, mañana. No hay prisa, hay ganas. No hay sueño, hay decisión. Lucha y no te sientes. Te protegen pero no te expropien. Tú eres tuyo, principalmente. Nadie te dice que los textos sean largos, nadie te dice que tengas que dar todo lo que puedas; vive para ti y los demás beberán de tus esfuerzos. Es así de simple. Calma ante la vida ya que en la antigua Roma se decía aquello de… memento mori.