Lo que pensé y nunca dije.

Cada día, cada momento que hago alguna cosa puntual, puede que me acuerde de algo maravilloso, tranquilo, apacible. A veces, tengo la necesidad de sobrevivir del recuerdo y, es extraño, ya que no lo había utilizado desde hace ya mucho tiempo… Sentirse raro no es mala costumbre, es que hay algo nuevo que no controlas. Pienso en cómo hubiera ido todo, porque nadie tiene la respuesta a nada. La imaginación es libre y pienso, a veces, cuando más me haces falta, qué había pasado si yo hubiera hecho algo. Tú sabes que imaginación fluye como grandes ríos de agua, no hay quien la pare cuando crea algo y, sobre todo, si está inspirada para ello. No me arrepiento de lo que hice, de lo que no hice y de lo que no logré. A veces, puede que necesite estar en aquello, en lo que me dio la suficiente conformidad para descansar y dormir a largo y tendido, sin preocupaciones de nada en cuanto se acerque alrededor nuestra. Echo de menos la seguridad que creas y echo de menos tu persona, por qué no decirlo, siempre has sido lo que necesitaba en un momento u otro.

Ahora paso por malos tragos, malas situaciones, muchas relaciones sociales que acaban en desastre, que no llevan a ningún cauce. Intento evadirme y buscar la solución de la ecuación pero todavía no me han dado incógnita. Es gracioso todo lo rápido que ha sido. De un abrir y cerrar de ojos. Ha sido como en una cuesta, lento, pero poco a poco, ha ido acelerando el tiempo. No hay nada que desee más que verte una vez más y decirte lo que siempre te dije al final de nuestros momentos finales, porque era lo que pensaba, pienso y pensaré. Eras demasiado buena gente. Es algo que te caracterizaba al fin y al cabo. Puede que los caminos que recorríamos juntos se distanciaran por una línea divisoria, aún así, agarrados de las manos continuamos y, sin más dilación, tomando nuestras salidas. Trágico pero inevitable.

La paciencia no era tu virtud más decente. No lo sé, quizás si, pero yo lo pienso así. Tú querías muchas cosas, yo quería muchas cosas, se planeaba todo a largo plazo cuando debía ser a corto plazo y, luego, a corto plazo cuando yo pensaba a largo plazo. Fue un momento de no comunicación, puede que la liáramos demasiado, puede que no nos entendiéramos, puede que quizás buscábamos estar juntos siempre pero sin necesitarnos eternamente. Todavía no comprendo muchas cosas, puede que tú tampoco. Yo tenía mis ideas, tú tenías tus ideas… Debido a mis ideas, a lo que me decías, con lo que te brillaban los ojos, decidí que mis ideas tenía que morir. Ya no era yo el que te hacía brillar, eras independiente y tus ideas eran tu vela, tu indicio de que esa paloma necesitaba volar. Y así hice, drásticamente, no hacerte perder el tiempo porque, lo que yo pienso que fue, tu impaciencia te jugó una mala pasada y mi actitud decidió matarnos.

Por eso pienso algunas veces, después de todo este tiempo que he tenido para pensar, para vivir, para hacer todo lo que he podido y no he podido por no tenerte, si hubiera mejorado algo, si hubiera hecho que todo hubiera cambiado y se siguiera el rumbo en aquel camino. Tal vez no, tal vez sólo hubiéramos alargado momentos innecesarios. Sólo sabemos que nos va bien, que no tenemos queja de lo que vivimos, soñamos o ideamos, que seguimos adelante y sin miedo a nada. No sufrimos ya, todo es sonrisa de recuerdo y felicidad. Mientras que brille tu mirada, ¿qué más da? Recuerda, mira al cielo. ¡Las estrellas no se han apagado todavía!

Deja un comentario