Limbo.

O perdido en un algo que ni sé explicar.

Llevo ya mucho tiempo en un estado apatía perpetua. Ni lo bueno ni lo malo alegra. Ni para uno ni para otros. Es algo que jamás experimenté durante tanto tiempo, que en una línea temporal de mi mente no tiene cabida. Supongo que los reinados siempre acaban, ya sea por muerte o jubilación. Muchos años en el trono, alguien tenía que bajar de la cúspide.

Estados alterados que nos ofenden, no por insulto, sino por quedarse tanto tiempo en el sofá. Si al menos limpiara algo del alma, no sería tan estorbo. Las raíces hacen fuerte al árbol más leve, cuasi hercúleo. Pero los niños viven de los sueños y no hay más que no llegue por el tiempo. No hay menos que llegue por altura.

Eventualmente, despiertas de modo activo, revulsivo. Sabes que te comerás hasta los anclajes del manicomio. No habrá pared que encierre los cielos etéreos de tiempos otoñales. Porque el mundo es infinito hasta que el gato sale de la caja. Y encima habrá que esperar para saber de él. El humano que quiere ser animal antes que persona por no tener obligaciones como en el sentido de la palabra, sin pensar en la obligación del instinto animal. Pobre de aquel que se esconda entre la maleza a esperar.

No hay quien pare desde la barrera, no hay quien corra detrás de la valla de seguridad. Pero el estilo es cien metros visión, hay que observar y sobrevivir, evitando la respiración manual en un impulso natural. Controlando cada elemento de entorno, por no controlar el espacio de nombres. Sería mágico controlar el oleaje, pero dioses no se han visto por esta época y hemos llegado demasiado lejos como para creer ahora o crearnos a nosotros mismos a su imagen y semejanza.

Libre de horas y de tiempos muerto, no se puede evitar pensar cuando corría el tiempo como agua natural. A veces, el hielo corre como aire en turbinas. Por eso no es fácil asimilar cuando dicen que otro cuervo blanco pasará cuando has tardado una eternidad en investigar y una milésima en disfrutar. No es por enjaular, es por observar en naturalidad. De qué me sirve condicionar un ecosistema bajo mis reglas si lo que gusta es que no haya reglas.

Supongo que la línea que divide el punto exacto es eso… Un punto y no una línea. Fácil de salir, difícil de centrarse de nuevo. La dualidad de los conceptos sigue existiendo a través de los mundos, no se puede obviar. Nos reímos de las mentes desconectadas y son los que disfrutan de la teoría del caos. Culpables o asustados, hay que despertarse más allá de la arena y sal en la que nos encontramos enterrados. Empezar a rodar entre las altas montañas. Pero hasta que llegue ese día, ladea la cabeza y cierra un ojo. Nunca ambos.

Llevaremos los bolsillos llenos de piedras, para divertirse o para buscar problemas. El postre será yogurt o flan, porque todo lo duro ya ha pasado. Diremos que ha venido Papá Noel o los Reyes Magos, para no avisar de una realidad más familiar que la ficticia. Viviremos o moriremos, porque no nos permiten simplemente observar.

Repetiremos por necesidad, no por gula. La condensación nos hará resbalar por esos simples bancos en las paradas. El descanso estará prohibido, obvio. Porque estará tan perdido como el sentido que lleva esto. Simples saltos en el tiempo y a destiempo, intentando escuchar más alto con el ruido más lejano. Ridículo por bandera como conquistadores sin frontera de límites desechados.

Jamás te rindas. Verte lograr todo lo que quieres y lo que no crees que eres capaz es la quimera que todo el mundo quiere ver y, en realidad, es posible.

“En un aula de instituto, ella estaba pendiente de mi agobio, no haber estudiado era mi castigo. Ella no me dirigía la palabra o algo por el estilo. Mi agobio iba en aumento. Lanzo el móvil contra el suelo y me voy al servicio. Vuelvo y encuentro el móvil doblado. Lo enderezo y me siento de nuevo. Ella aparece en la pizarra: “ahora que tenemos tiempo, ¿repasamos todos juntos?”. Nuestro común también está ahí y se acercó a mí. Viene a tratar de tranquilizarme y que atienda. Con facilidad, lo explica y lo entiendo absolutamente todo. Veo la lucha de reojeos del uno al otro. Me siento listo para bordar cualquier vela de barco. Pero me derrumbo y diré gracias al común denominador por estar ahí. Una vez más, acabo feliz entre lágrimas de tristeza. El sueño se apaga y comienza la vida. Una mañana más, hay que volver a la rutina.”