…decir, contar y hacerte olvidar las palabras que quiero plasmar.
Me dijeron que contar traería toda la mala suerte de mi alrededor. Que no marcara las fechas, que no decidiera soñar por los acontecimientos, que no viviera si aún no soplaba el viento. Lo hice. 13 días de Febrero hasta el momento. Y, cuando llegó, dejé todo cuanto soñé porque me quedé sin argumentos. Y lo peor es que no se equivocaron porque de mi nube me echaron.
Nunca dije que sería fácil pero siempre fue simple y grácil. No hacía falta engrasar o calentar, ya que todo fluía, todo quería llegar, los dos queríamos sonreír, sin parar y sin callar. Queríamos vivir donde nadie nos escuchara, en una botella donde el corcho desapareció hace tiempo, a saber dónde ellos lo dejaran. Puede que eso nos matara.
Puede que yo ni siquiera sepa en qué estado de alerta está esta asociación, si acaso hay alcalde que haga su elección. Puede que sólo sea un vestigio de cansancio, puede que el verano esté afectando. Puede que seamos de cama, frío e invierno, que nos queremos cuando escribimos lo que sentimos en nuestro cuaderno.
No cambió nada para mi, sólo noté que no es lo que sentí. Eso que me dijo que siempre serías el primer ‘buenos días’. Y lo sigues siendo. Lo sigues siendo. Porque sigo viviendo y quiero vivirlo, lo juro, pero no lo entiendo, creo que me estoy convirtiendo en mirlo. Quiero salir volando del nido, intentar recuperar lo que un día dijo ‘que esto se quede unido’.
Aunque hablemos en clave del universo, nuestro discurso está algo disperso… Y antes que queríamos unirnos y ahora sólo somos momentos diversos. Por mi convicción, quiero seguir mirándote a la cara, si pudiera amanecer algún día en tu mirada. Claro que quiero ser parte de tu frutero, cosa que dicen los jóvenes; que al menos me quede unos días, eso es lo que espero.
Que quiera la vida lo que yo quiero; y así me quedaré hasta que se presente algo verdadero. Hasta que algo sintiera o me convirtiera en la parte entera.