Cinco de la mañana.
O eso dice mi móvil. Llevo una hora acostado en la cama. He puesto una película con la que me iba a quedar dormido. No lo consigo. Bostezo, cada vez hundo más la cabeza con la almohada. Los profundos bostezos harían dormir hasta el oso más grande y furioso que puedas imaginar. Algo ha interrumpido en mi mente. Algo que no quiere olvidar por culpa de la necesidad de dormir unas horas por el simple descanso.
¿Qué ha sido esa cosa que ha interrumpido mi descanso? Lo sé. Sé lo que es. Algo me ha dicho que tenia que salir de la cama. De levantarme y mirar a mi alrededor. Lo ha conseguido. Cierro los ojos, respiro profundamente y sonrío como un bebé con su caramelo. Contento, feliz y volando en la experiencia de sabores, de colores y de sentidos ocultos a través de ese dulce regalo. Levanto la cortina, miro por la ventana y empieza a erizarse la piel. No hay nada que vea para que mi piel se comporte así. No hace el suficiente frío como para que me invada todo el cuerpo y busque esta pequeña corriente electrizante. Ya no sé ni lo que digo. Perdona si ya ni me entiendes. He perdido toda cordura con lo experimentado.
Perdona por mentirte… Te miento demasiado. No sé ni cómo manejar la situación ya. Simplemente no te quiero. No puedo soportarlo. Es algo que ni mi mente ni mi cuerpo quieren sufrir lentamente. No me hacen gracia tus bromas. No quiero sentir tus caricias. No quiero probar tus labios. Mentira tras mentira… Te deseo. Te necesito más de lo que puedas imaginar. Que de cualquier cosa que haga, ya te tengo presente. No te echo de menos porque nunca sales de mi mente. Quiero que cualquier roce tuyo sea grabado en mi piel. Que cualquier beso sea fundido, escrito y llevado la cuenta. Que no se pierda ninguno y que se den tres por cada uno apuntado. Quiero tenerte en lo bueno, en lo malo y en lo neutro. Que sea yo el que te haga sonreír, el que te devuelva la sonrisa, el que te la quite porque ya no estoy o el que simplemente te la guarde y te la devuelva a cada segundo.
Puedo parecer un loco, un desesperado a la hora de poseerte. Creo que has hecho mucho más de lo que crees a éste corazón. Lo devolviste a su sitio. Le diste un motivo para seguir adelante. Le diste la esperanza de soñar con el siguiente capítulo de su vida. Y ahora lo alimentas con las mejores palabras de primera calidad del menú. ¿Qué haces conmigo? ¿Qué quieres hacer con esta alma? He de reconocer que tenia miedo, mucho miedo. Pero ahora quiero, no, imploro que hagas lo que quieras conmigo. Gracias a todo lo que me ha hecho volar. De sonreír cuando nadie lo ha conseguido y despertarme cuando más lo he necesitado. Has conseguido que sea tuyo aunque nunca me lo hayas pedido. Me tienes aquí implorando tu amor. Y tan sólo con un simple gesto…
Me enamoras con sólo respirar… No me quiero imaginar qué conseguirás cuando me tengas para ti sola. Sobre todo porque quiero saberlo por ti y no por lo que pueda imaginar.
A ti.