Canciones [3 de 7]: Muéstrate.

Las estrellas puede caer y meterte en problemas.

Todo permanece en ese lienzo al que llamamos cielo. Por no decir uno mismo. Ahí está todo: aquel recuerdo, aquel sentimiento, aquella actitud, aquel pensamiento, aquel detalle que te caracteriza. Se mantiene en lo alto como un mapa para seguir, para buscar el tesoro que somos cada uno de nosotros. No se puede cambiar tan fácilmente, pero se puede. El mundo puede verlo si quiere, si se acerca. Se puede investigar a dónde llega/lleva/rema.

¡Que bonito eso de comparar un cielo con una persona! ¿Y por qué no? Sé que no va a durar mucho y no lo voy a hacer perfecto. Sé que la cagaré. Sé que ya he abandonado los símiles, las paranoias y los pensamientos duros para hacerme el místico. Lo sé. Todo esto no sirve de nada salvo si llega a alguien. No es mi propósito, no es mi fin. Todo esto lo hago por ser yo, por intentar recuperar el tiempo que perdí dudando de por qué no escribía cuando tenía ideas geniales. Ya sabéis, geniales en mi cabeza. Fuera de ella, el valor se diluye.

Tiempo que perdí. Que frase tan real en mi. Sí, soy así de subnormal. Perdí el tiempo pensando, dudando, temiendo y destrozando todo lo que tenía alrededor, incluyéndome. Yo era alguien que actuaba, que no me paraba y… ¿Qué pasó? ¿Qué me hizo tener miedo de actuar? Yo, gran actor del método, mentiroso por la naturaleza, creador de contenido y grandes cuentos. No sé si es posible que falseara mi valor, esa fuerza que me caracterizaba… ¿Fue un acto reflejo? ¿Queda algo de eso en mi? Algo tiene que quedar para estar hablando de mi en tercera persona. No todo el mundo reconoce que es subnormal.

Y sí, el miedo se apoderó de mi. Me encerré y me empecé a asesinar todo lo que me importaba. Volví a lo de siempre, pero de manera distinta. ¿Me había pasado esto? Creo que sí y no al mismo tiempo. Puede que, en otros tiempos, me hubiera pasado lo mismo. El problema es que ahora fue negativo y el otro positivo. Puede que el problema haya sido yo siempre y nunca lo haya querido reconocer. Es el problema de ser un orgulloso de mierda. Un orgulloso que grita, patalea y no respira si se equivoca. Me acuerdo que hubo una vez un yo tan especial que callaba y vivía. Retenía todo lo bueno y se desprendía de lo malo. Supongo que los malos hábitos son reticentes/reiterativos.

Puedo afirmar que he vivido uno de los mejores años de toda mi vida. Y el miedo a no volver a repetirlo me ha fundido contra el suelo. No levantaba cabeza por mucho que estirara el cuello, no podía ver lo que hacía mal y no podía cambiar mi actitud a pesar de repetirme millones de veces en ese momento. Si alguien se acuerda del monstruo que creé hace un año, está aquí. Haciendo de las suyas, pero esta vez no busca mantenerse. Busca degradarse. Quiere hacer caos y gloria en mi mente.

Palabras de niño grande cada vez que me desvío del tema. Quiero hablar de verdad y no puedo.

Ahora mismo soy un puzzle en su caja. Ese que sacas cada cierto tiempo, lo intentas y lo guardas de nuevo en la caja porque es imposible. Me siento así. Como un mueble de Ikea sin instrucciones, habrá que intentarlo. Habrá que poner tornillos, pegamento, bisagras y tiradores para formar algo que valga la pena. ¿Habrá? HAY. Estoy en ello, quiero conseguirlo. Quiero recuperarme a mi mismo. Demostraré de lo que estoy hecho. Y necesito paciencia.

Paciencia es lo que quiero. ¿Te puedo llamar “paciencia”? Espero que sí. No te molestes, no quiero amargarte un poco más. Sólo que uno desea demasiado y sabe que no es fácil conseguir la paciencia. Y cuando la busca, no quiere convertirlo en desesperación. Quiero construir un nuevo ritmo. Algo que no busque la tranquilidad que posees y la rapidez que no tengo. Algo central y que no quede en abismo.

Me despido de mi palabrería. Atentamente, un subnormal.

Deja un comentario