Canciones [2 de 7]: ¿Hay alguien ahí afuera?

Otra vez más estoy huyendo de mi reposo. Otra vez ha pasado. Otra vez. Y parece ya cotidiano, parece ya familiar; que no sorprende, pero cansa. De vuelta a lo mismo, no hay comprensión en lo dicho, no hay respuesta recíproca, no hay vida más allá de mi mente. Por mucho que quiero comunicarme, resopla el viento en habitaciones cerradas. A pesar de gritar a los dos vientos, vuelve a repetirse el mismo caso.

¿Soy mudo en la vida real? No se escucha mi voz, al menos, no lo parece. Supongo que las respuestas oportunas no son prioridad del momento. Hay ocasiones en las que creo que es porque se han acostumbrado a ese sonido sordo cuando te acostumbras a que suene. Dejas de prestar atención, lo asimilas y no se escucha más. Ya sólo es un pequeño chillido agudo por los espectros más bajos.

Respuesta. No es lo que necesito.

Atención. Tampoco es lo requerido.

Reacción. Lo mínimo, pero es lo que busco.

Si. Reacción a la acción misma que hago. Puede que no sea lo más esencial, pero es vital para una llama que no quiere apagarse. Crece, pero no se propaga; se agita, pero no levita; ilumina, pero no asombra. Puede que brille por su ausencia de sentido. Puede que no destaque el fuego en el bosque porque no es tan importante como puede pensar el guardabosques. Sabemos que no son guardabosques… son turistas.

Los turistas son los que ya saben lo que hay, pero no actúan, no previenen, no intervienen. Saben que la vida está ahí y no le da fuerzas para continuar. El guardabosques sí sabe lo que hay. Sabe que, hasta cualquier pica de luminiscencia es peligro inminente y actúa para gritar, salta para avisar, destroza para ayudar. Mochila en mano, responde a su deber. Y no tiene por qué ser restrictivo, no tiene por qué ser una autoridad, es sólo una reacción. Calma. Paciencia. Y sin obligaciones.

Pero supongo que esto no es un bosque. Aquí no hay quien vigile los medios. No hay quien procese las acciones. No hay quien vigile nuestros derechos. No hay quien nos ayude cuando no necesitamos ayuda. Aquí resopla el viento, nos hace sufrir de escalofríos y nos hundimos en nuestra piel para resguardarnos. No hay manta que nos cubra del silencio que nos rodea.

Uno ya tiene decidido su orden. Sabe lo que va a hacer, lo que no va a hacer. Sabe que su meta está ya programada y no va a parar hasta que acabe. ¿Qué es eso? ¿Suena una puerta? ¿Alguien está llamando? ¿Es el despertador el que suena? ¿El agua está hirviendo? Algo ocurre pero no prestan atención a los detalles que los rodea. Una y otra vez se pierden todos los detalles… se pierden todos los reactivos de esta composición química.

Dicen que si un árbol cae en medio del bosque, no puedes saber si hace ruido o no porque no hay nadie para demostrarlo… Y si hay aquí una voz para llevar un mensaje, ¿por qué no es escuchada?

Deja un comentario