Lo que tú eres para mi.

Un día cualquiera, me entregaron un libro. En su portada, se encontraban letras que describían exactamente lo que hacer con él. Cuando levanté la vista, le dijeron que no debía de hacer caso a lo que decía, que hiciera lo que quiera y sin prisas. Al abrir el libro, estaba vacío. Era como si quisieran que eligiera con la razón o el corazón. Sabía que la razón quería algo impoluto pero el corazón sería destino de dolor. Y si el corazón era la razón por la que seguir adelante, la razón no daría nada.

Y lo hice todo y, a la vez, nada.

Claro que, si lo ves bien, manché el libro y rompí el corazón. No hice nada correcto, nada con razón y nada con corazón. Puede que me olvidara de algo en lo que nunca creí. Y eso fue en hacer promesas que nunca podré cumplir. Por eso no quise escribir nada como lo hago ahora. Por eso no lloro cuando sangro, ya que la tinta está seca, no hay motivo para despertarla. Si no quise plasmar lo que debía, es porque quería demostrarlo. No quise que mis palabras se quedaran en un libro cerrado donde no pudieran escaparse. Yo quería que vieras todo lo que era yo en ti y tú para mi. No quería ser otro poeta en mundos que nunca podrían existir. Yo quería darte vida, sangre y existencia. Y lo hice. Pero, como parece que fue, lo di todo a un vacío donde, al final de la caída, estaba el libro listo para recibir todo. Sangre, lamento y odio.

¿Lo peor de todo? Antes de devolver el libro, rellene hojas. Hojas y hojas bien escritas. A pesar de estar casi muerto. A pesar de querer abandonar el libro, ahí estuve yo. Queriendo regalarte esas palabras que tanto necesitabas. Ya que no podías verlas de por sí, pintadas por todos los cielos indescriptibles que puse para ti.

¿Pues sabes qué? Hoy me apetece romper los cielos. Hoy me apetece hundir todas las palabras que jamás debieron existir. Pero eso no ocurrirá. Porque el ‘jamás debieron existir’ no existe en mi vocabulario. Y eso lo sé porque no me arrepiento de nada. Vivo en ellas cada, maldito, día. Y no puedo cancelar algo que siento. Esto no es un programa que se puede cerrar con un simple click. Y esto no es un lápiz que se borra con una simple goma. Esto es la vida real. Por y para vivir. Y no para olvidar todo con agua de mar, estrellas brillantes y colinas espaciales.

Digamos que tú para mi eres algo especial. Todas las palabras que has podido leer no tienen nada que ver contigo. A pesar de quererlas como si fueran tuyas que me alegra en cierta medida. Quiero que comprendas que no todo lo que ves es lo que soy. Quiero que comprendas que todo lo que sabes no es todo lo que estoy compuesto. Quiero que sepas que nunca jamás está por llegar. Quiero que sepas que yo nunca olvido, nunca permito y nunca dejo que alguien sea perdido en mi memoria. Es difícil comprender que mi mente no es de papel efímero. Me acuerdo de todo, aunque sea lo más mínimo, lo más bonito, lo más tonto, lo más simple. Hasta el más pequeño abrazo hasta la más leve sonrisa.

Tú para mi eres todo.

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