La incredulidad que no defraudó.

Estoy intentando respirar con normalidad, este frío no acompaña. Paso firme, ligero, intento no quedarme atrás porque había fuerza que me quería impedir avanzar. No había otra opción, a pesar de buscar miles de otras cosas durante toda la noche. No se me quita esto que no salía en mucho tiempo, pero de verdad, que no fuera pasajera, que no fuera simple y llanamente del momento, que me acompañara día, tarde y noche; aunque no supiera diferenciar el tiempo.

Y llevo toda la tarde pensando, intentando recuperar el aliento, incluirte en mis oraciones y en mi paciencia por volver a ver. De querer volver a ver un perfil muy tenue en la oscuridad, de ver tu pelo en silueta oscura que daba luz a mis ojos, porque no podía permanecer con los ojos cerrados, quería encontrarte y no dejar escaparte. Supongo que caí muchas veces en pensar en el tiempo que se nos escurre por los dedos. Pero buscaba pararlo… detenerlo… olvidarlo.

Me hiciste sentirme a tal punto en el que jamás recordé algo tan especial, algo tan sentido, algo que me trastornaba el sueño… ya que no me permití caer ni rendirme un segundo. Fuiste sincera contigo, conmigo y con nosotros; y eso fue lo que ya me debilitó completamente aquella noche tan inolvidable. Fue un extraño regalo, el mejor, sin duda. Ya que ni lo esperaba pero lo imaginaba… quería creer y seguí soñando en la realidad.

Tu aliento acelerado y tu pulso alterado fueron cosas que me dijeron que querían estar más cerca de ti. Que tus caricias y abrazos en cualquier lugar, en cualquier rincón y en mi más ansiada necesidad, fue perfecta para quedarme colgado, sin poder reaccionar. Que cuando te acercabas, necesitaba sentir tu olor, tu fragancia y tu vida. Porque no ha habido jamás ese grado en el que ya no sabía qué hacer… pero el camino se anda contigo, no delante, no detrás, a tu lado… sonreí y continué.

El miedo recorría mi cuerpo: juro que sabía demasiadas cosas pero no sabía si era el momento, de que si estábamos dispuestos a morir lentamente. Y me hiciste olvidarlo con tu paso… fue la mejor sensación porque ya no podía más, quería más y lo diste, lo dimos y nos perdimos en el suelo de aquella habitación. Y di gracias por olvidarme de mis responsabilidades, de que los despistes de los demás y de mis propios defectos. Quería estar allí contigo.

Puede que el detalle de que aquella noche que no me gustó fue que te mentí… Porque te dije que estaba empezando a quererte un poco y ya te quería más de lo que yo sabía o quería explicarme. No fue algo malo, fue algo mal medido, ya que estaba perdido entre tus brazos, no sabía dónde esconderme porque mis palabras querían relucir y mi mente andaba por la quinta nube del cielo no visible por el techo de la habitación.

Estas palabras salen solas pero han querido quedarse dentro conmigo, puede que mi miedo o mis ganas hagan ser celoso de que estas palabras que sólo merece una persona sean leídas por ésta. Pero necesitaba decir miles de cosas que me guardo, otras que no me callo y soltar algo, que soy humano, no aguanto tanto. A lo mejor es que… shh, me callo.

Y me voy despidiendo; he tenido que salir a la calle para poder respirar, la oscuridad vuelve a las calles y las luces no quieren iluminar mi camino, quieren romper mi paz para ponerme nervioso, si, ese nerviosismo que no muestro pero está muy adentro. Qué bonito eso de querer tenerle miedo de nuevo a la oscuridad pero no por ella misma, sino por lo que no pueda encontrar allí en un tiempo…

No fue de un día para otro. Fue la consecución de que cada vez quería recuperar vida, tiempo y distancia; cortando la cuerda y acercando espacios.

Ah, por cierto.

¿Quieres saber que significa esa única letra? El final de la espera y el inicio de una nueva era.

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