El protector de tus sonrisas.

Un día decidí que quería ser especial para ti, que dijera un día, por ejemplo, hoy te voy a sacar una de tus sonrisas y quiero que la mantengas durante todo ese día. ¿Por qué no? Es perfectamente lo que los humanos nos definimos: metas. ¿Acaso me vas a negar que pueda conseguirlo? ¿Acaso vas a intentar detenerme? ¿Acaso hay otra persona que me diga que no es mi obligación? ¿Quién es el que me pueda parar aquí mismo, bloquearme y negarme cualquier cosa que deseo? No hay nadie, no hay ser que haya nacido en este mundo terrenal que me diga que no puedo ser algo que necesites o, por lo menos, alguien que sólo te diga ‘no quiero verte triste y no lo voy a permitir’. Es fácil. Soy cabezón, no lo dudes.

Puedes negarme perfectamente todo lo que necesites, puedes pararme y decirme que no te hace falta. Y lo comprenderé. Y me quedaré detrás, apartado, hasta que lo necesites, hasta que te haga falta. No hay prisa, la muerte nos ha dejado toda una vida de ventaja porque sabe que va a ganar, así que, ¿qué perdemos nosotros por arriesgarnos en algo que se no está negando o que puede ser algo difícil de conseguir? Es triste que no quieras dejarme pero no puedo obligarte a nada, no pienso coaccionarte, entiendo que eres persona, que no tienes por qué ser obligación de nadie, que el sí no es una respuesta obligatoria, sino opcional, porque lo desees, porque lo prefieras.

Sólo me gusta tu sonrisa, por eso me preocupo hasta ciertos niveles de hipocresía propia. No quiero que nadie estropee una sonrisa tan maravillosa, una mente que necesita ser feliz y un corazón que necesita ser querido. Nadie me puede impedir que sea tu protector de sonrisas o, en cualquier caso, el creador de ellas. El mundo no se merece que las ocultes, al contrario, necesita que sean libres. Que hagan pensar a qué se deben, a dar envidia a otras sonrisas de por qué no pueden sonreír ellas así. Es una razón de orgullo propio, tú me ayudaste, ahora quiero ser parte de una historia, ser parte de un momento y ser objeto de tus miradas.

Y si tú me lo permites, ¿quién me lo impide?

🙂

Deja un comentario