02:32 AM

No puedo dormir.

Es lo que solemos decir cuando no podemos conciliar el sueño. Nuestra mente no quiere dormir. Parece raro decirlo pero habría que pensar más en eso. Si nosotros queremos dormir, ¿por qué no vamos a poder dormir? No podemos controlarlo, no somos nosotros.
Son las cosas buenas, las cosas neutras y las cosas malas que nos hace movernos de un lado a otro en una cama que cada vez se hace más y más incómoda. A veces, es el frío que no nos deja, buscamos ruido en la calle para encontrar una razón lógica, algo tiene un olor desagradable. No sabemos qué inventar.
Me tumbo encima de mi almohada, boca abajo. Cuento hasta tres. Uno, dos, tres. Respiro hondo y expiro. Ahora ha cambiado el aire del ambiente. Te noto en mi espalda descubierta. Te has tumbado a mi lado, te has apoyado en mi espalda completamente. Noto tu respiración y hace que me pierda en la tranquilidad. Siento cómo me rodeas con los brazos, puedo notar como te aprietas a mi espalda. Y te mueves, acercas la mano a mi cabeza y empiezas a acariciarme, como si fuera la hierva recién cortada, no quieres parar. Nuestra respiración se sincroniza, no nos molestamos, nos fundimos mutuamente. Noto como levantas tu cabeza y me besas la espalda. Algo dices pero no entiendo. Te pregunto sobre lo dicho pero te escucho menos. Levanto la cabeza y he caído del sueño.
Por desgracia, ya no sabemos cuándo vamos a inventar un sueño.