Ya no puedo confiar en ti.

Huyo, me escondo, intento olvidar aquello que me persigue, que me aterra, que quiere todo de mi pero yo no quiero nada de ello. No sé por qué me persigue, no sé por qué quiere aferrarse a mi, no tengo nada que darte, abandona mi cuerpo, abandona mi mente, nadie quiere esto. Nadie necesita esto. Quiero ser libre, volar, querer imaginar y conocer, descubrir, amar y realizar cualquier cosa que me ayude a mejorar. Nada que consigas podrá pararme, por mucho peso que ates a mis alas, a mi esperanza, a mi fuerza prematura, recién salida del cascarón. Te suplico, te imploro, te deseo que puedas soltarme, déjame cual paloma escapa de su jaula, déjame llevar un mensaje al mundo y que no recibas respuesta  Déjame que lleve mis pensamientos y mis gestos a miles de mundos que quedan por descubrir, por soñar, por ser necesitados. Falta mucho camino por recorrer. Por mucho miedo que tenga, no creo que me libre de recorrer caminos que me sé de memoria, pero busco una autovía y no una rotonda. Necesito correr, nadar, gritar y apoyar, apoyar a gente nueva, a necesitar que me necesiten, a recibir cosas que no debo o no necesito, a dar cosas que, para qué debo de tener, me pregunto. Quiero ser libre en materia, que nada me ate a este mundo que sólo se basa en ropa, música y estilo. Quiero ser cuan pluma se alza al vuelo en brisa de verano. Quiero ser un ser apasionado, libre de pecado, unido al agua, al fuego y a la tierra. A querer ser tal y como soy. Pero me persigues, me aterras y me atas a la Tierra. No me dejas volar. Ni siquiera despegar. ¿Qué quieres que te diga? Arrepiéntete, no voy a parar.