“Largas cadenas dañan mi alma… Consiguen que un pájaro no vuele, que el aire las mueva, o que el agua fluya por su cauce. Desde siempre han sido cadenas, cuerdas de las que te atan, opresores sin escrúpulos o puertas de dimensiones en las que te es imposible mover. Esta “oscuridad” contraria a la libertad nunca es buena, pero no siempre es mala. Mentes opuestas se contradicen pero se complementan en ideas independientes de almas corrompidas. No es que seamos marionetas, nosotros somos los hilos. Todos tenemos la misma función y estamos unidos de ese estado. Un estado con apariencia de marioneta. En la que estamos encerrados en ese objeto inerte y sin vida. Que nos consume. Se alimenta de nosotros… No podemos continuar, nos llevan a él. ¿Quién? El soporte de los hilos. Esa cruz de madera a la que llamamos vida. Y si esa es la vida, ¿cuál es la muerte? Con la simple destrucción del soporte, no se puede formar la muerte. ¿Los hilos en el momento de su partición? No, ya que aunque un hilo se parta, el soporte sigue en pie. La marioneta es nuestra muerte. Entrar en ese estado y no poder salir. Esa es nuestra muerte. Reclusión total y permanente es nuestra realidad. Acabaremos algún día en marioneta, puede que salgamos, pero nuestra misión en la vida es esta. Nuestra rendición absoluta a la extinción de la vida. Es todo. No hay nada mas.”