Sabía que esto pasaría tarde o temprano. Sabía que ocurriría y no sé por qué pero me alegro, en cierto modo. El deseo carnal me posee. Y no tengo miedo a decirlo. Echo de menos poder estar en contacto extenso a la piel de una mujer. ¿Por qué escribir eso? ¿Por qué expresarlo y que lo sepa todos los lectores de este blog? Porque no me importa. Soy transparente y me gusta expresarme.
Puede que esto no le guste a todo el mundo, no es mi intención que quiera hacerle gustar a todos, sólo necesitaba expresarme de alguna forma. Preveo que puede ser un texto no apto para todos los públicos así que, por favor, si no tienes la edad legal, abandona este texto. No me gustaría corromper tu mente o darte una idea equivocada.
“Ahí estaba. En frente de mi. Con la mirada fija en mis ojos. Podía leer sus ojos. Estaban llenos de fuego intenso, decían poséeme o lárgate, hazme tuya y únenos hasta el fin. Yo sólo podía pensar en ella, no como un deseo carnal, sino como un deseo de posesión y fusión, de crear un ente entre ella y yo y surcar todos los mares celestiales que puedan soñar dos simples mortales… Oh, no podía quitar la mirada de su dulce faz… No podía… Me acerqué a ella, sin pensarlo ni un segundo más, le miré directamente a los ojos y le agarré la barbilla, levantándole un poco la cabeza para que fuera un contacto ocular y directo, observándonos haciendo elevar nuestra respiración a un nivel algo acelerado. Notaba como su corazón empezaba a cantar un dulce compás rítmico activo, mientras que mi corazón estaba a punto de estallar en mi pecho. Su mirada penetraba en lo más hondo de mi corazón. No podía más. Abrí en mi boca una leve apertura para poder susurrar, para poderle decir: tú, yo y nadie más, en esta habitación haré algo que necesito hacerte, quiero poseerte a la vez que tú me posees, quiero que seamos uno y elevemos nuestros cuerpos al punto del placer en el que el amor juega un gran punto a su favor. Sé mía. Déjame ser tuyo.
Provocados por el deseo, ella se mordió el labio y mis cuerdas vocales soltaron un leve gemido… Exploté de pasión. Mis labios necesitaban encontrase con los suyos, era algo inminente. Mi mano de su barbilla pasó a la parte posterior de su cuello para poder controlar su cabeza a mi libre antojo. Hice inclinar su cuello e impacté mis labios con los suyos. Cogió respiración, le cogió por sorpresa. Ella se lanzó contra mi para que la sujetara, necesitaba apoyarse para poder sentir mi cuerpo contra el suyo y poder disfrutar de cada giro de cabeza que dábamos al besarnos, cada toque infernal de pasión entre nuestras lenguas. “