A veces, aunque parezca que no, pienso… En todas las cosas que me rodean, que me rondan por la cabeza y dudo hasta de lo que quiero. Ya no sé qué pensar de mi mismo… Me gustaría saber dónde dejé todas mis promesas, todas las promesas que te dije día tras día. Y… ¿sabes qué? Aquí están… Dañando cada segundo en mi interior, sufriendo e intentando desaparecer. Hay días en los que ni me acuerdo de ti y me enfado conmigo mismo, me rechazo por no hacerlo, por pensar que así de simple lo puedo hacer. Es algo extraño, ya no puedo sentir lo que antaño sentía, sólo se ha transformado a otro tipo de aprecio… Es una cosa que, aunque haya creado, no puedo ni manejarlo. Pienso en ti, más de lo que piensas y mi mente dice llora pero mi corazón dice aguanta. Y eso hago, no lloro desde hace mucho tiempo. Nada me da motivos por derramar una sola lágrima, nada me inunda de pensamientos negativos. Pero yo solo me añado la gota que colma el vaso. Y soy yo el que todavía no ha querido salir de ahí. Sé que puedo rehacer todo, sé que puedo seguir adelante, que no será ningún problema, al contrario, lo terminará por definir. Estoy listo para cualquier cosa. El problema es que todavía no he llegado a asimilarlo del todo. Nunca me imaginé un futuro, nunca pensaba en el mañana y ahora que ya sé de verdad que no hay mañana pienso en un futuro pasado que jamás llegará. Pienso, ¿volverá a unirnos el camino de la vida? Y recuerdo que lo hizo, que pudo volver a crear todas esas ilusiones pero que yo decidí por segunda vez que no era nuestro tiempo. Había algo en el viento que me hacía no pensar con claridad. Aquel momento no fue premeditado… No lo tenía ni pensado una pizca, ni siquiera un malestar el día de antes. Lo que hice ese día fue instantáneo, no quise aprovecharme de ti, quise capturar el momento, no quería otra cosa que era tú, yo y una habitación con luz tenue. Puede que me exaltara, que reaccionara mal y llegué a decir esas palabras. Creo que no me arrepiento, que no debemos de arrepentirnos. Ha sido algo bueno para los dos, al fin y al cabo. Éramos dos palomas en una triste jaula para una sola ave. Cuando nos han permitido volar, lo hemos hecho y hemos desaparecido en un mar de experiencias y aventuras. Puede que hoy decida hacer todo lo que no he hecho antes, creo que a partir de ahora se acabaron las mentiras que te contaba, que te decía para no preocuparte, cosa que creía útil pero sé que no. Sólo me servía a mi. Y, hasta el día de hoy, en cuanto más me haces falta, has sido tú, en forma de sueño nocturno, la que ha llegado a mi. Puede que haya soñado más veces contigo en esta época que en cualquier otra. Y lo peor es que parecía tan real, parecía tan verídico, tan ¿feliz? Los momentos que vivia, que creaba en mi mente por las noches era sencillos, magníficos y, a tu lado, eran simplemente perfectos. Hasta que esa efímera felicidad se acababa con la expulsión de adrenalina y golpe de falta de aire. Cuando despertaba sólo era confusión y enfado. Y me iba a dormir, a decir adiós a ese día e intentar no pensar. Puedes pensar que estoy loco, que esto ya no puedes pensarlo, es demasiado. Lo sé pero no estoy pidiendo nada. Sólo quería expresarme. Sólo quería librarme de todo lo que tenía desde hace mucho tiempo aguantando, pensando y sintiendo. Como decían the Beatles: “Ahora sé que esos días se han acabado y no estoy muy seguro de mi mismo pero encontraré la forma de cambiar mi mente y abrir las puertas”. Y hoy es el día en que digo hasta aquí puedo pensar. Más allá me quedarán todos esos días que jamás olvidaré. Y espero que el cielo que te capture te trate bien y te deje brillar, pequeña estrella. A este corazón le marcaste con tu sonrisa, la cual nunca olvidará. Hasta siempre, recuerdo mio…