Delirios de posesión.

Personas. Qué decir de ellas. Tan diferentes, tan mágicas. Puedes pensar que algunas valen y otras no, que unas son especiales y otras típicas, normales. Cada persona, mundos inexplicables únicos en este planeta al que llamamos Tierra, hogar, cada individuo es como debe de ser, no como se quiere ser. Y esto no es más que el destino, que nos hace a imagen de como tiene que llevar nuestro rumbo marcado, nuestro camino vallado y nuestro río sin afluentes. Pretendemos cambiar a las personas, llevarlas a un punto de hermosura nuestra, a un punto de nuestra disponibilidad y de nuestro favor. Queremos controlar cada mínimo detalle y queremos ser los maestros de las marionetas a los que llamamos personas.

Cuando llega la verdad, la tijera que corta esos hilos, nos ponemos nerviosos. ¿Cómo es posible que ya no ejerza ningún control sobre esa persona? ¿Qué ha pasado? Te diré lo que ha pasado. Ha despertado. No vive para ti, vive para ella, para si mismo, para respirar, observar y sentir. Ahora es cuando tú debes de sentir el frío, el sentimiento de que no todo lo que posees es perpetuo, es permanente a tu control. Todo cuanto te rodea es efímero. Y si involucras a una mente dispuesta a luchar, desaparecerá. No eres la Parca, no necesitas capturar almas. No abarques más de lo que posees, no quites libertad que no tienes a los demás, no busques escapes, busca caminos, no busques soluciones, busca otras preguntas. He aquí tu verdad liberada. Tu propiedad eres tú. No hay nada más allá de tu sombra al medio día exacto.